Hace frío.
Hace tanto frío que vine a la playa para sentir aún más frío.
Dramático, sí.
Pero todo lo hago por el bien de la columna.
Hace tanto frío que no provoca hacer nada. No provoca salir de la casa, pararse de la cama, despegarse de la sábana, abrir el ojo, ni pensar en nada. El cuerpo entra en un modo de baja energía. Hasta las ideas entran en un estado de hibernación.
Mientras más gente me lee, más me cuesta escribir. Me entra una suerte de pánico escénico, una mini-parálisis, y me quedo congelada, en el acto, tipeando. Irónicamente, La Parlanchina se queda muda. Se enfrió. She got cold feet.
No voy a culpar al frío por mi bloqueo creativo. Sería una mentira garrafal. Solo me sirve de metáfora, para intentar describir que el acto de escribir a veces se compara con el acto de derretir un iceberg con una secadora de pelo. Lentísimo, pero no imposible.
¿Dónde estábamos? Ah, sí, en la playa. Vine a San Bartolo a escribir.
El mar está helado pero clarito. Hay surfers que se meten al agua como si fuese febrero. La playa sigue ahí, en el intermedio. El cielo está gris, pero hay amarillo en alguna que otra pared, pintado con una brocha gruesa y tosca, casi desesperada, como si alguien se hubiera rehusado a que el frío le quitara el ánimo al ambiente. Me hace acordar a Van Gogh y sus intentos por defender su alegría ante una tristeza que lo aplastaba. Así como Vincent, San Bartolo resiste. Se rehúsa a ser atacado por el invierno.
Yo no soy tan fuerte. Siento que estoy prendiendo un fósforo en medio del viento.
Uno.
Otro.
Otro más.
Todos se apagan rápido.
Sigo intentando.
Me frustro.
Abro otra cajita.
Alguno prenderá.
¡Prendió uno!
Y ahí, en esa mini-chispa, aparece la optimista part-time.
Abrimos paso a la columna de esta semana.
Más junior que entusiasta de tiempo completo, un optimista part-time no tiene vocación de gurú, no es parte del five-am club, ni lleva una sonrisa de oreja a oreja los días lunes. Llega a ciertas horas del día, hace lo que puede, y después se va. Sin embargo, para mantener el estándar, el rol requiere disciplina, presencia, y saber qué decir cuando no hay nada bueno que decir. En su horario laboral, el optimista part-time levanta al grupo, busca el lado positivo de toda situación adversa, encuentra motivos para seguir intentando. Le pagan con suerte, coincidencias, cafés con leche y Splenda, descuentos inesperados y, muy a menudo, algún que otro Donut relleno de manjar blanco o chispitas de colores. Con Donut en mano, se despide de todos con entusiasmo.
Pero apenas llega a su casa, la optimista part-time se desinfla. Se saca el cinturón emocional, se pone un buso viejo y se tira al sillón, resignada, con los párpados secos del insomnio. Solo puede hacer esto en privado, ya que su contrato tiene una cláusula de confidencialidad ante el público. Casi de manera poética, los términos legales dictan: la tristeza se vive con elegancia, en privado. La imagen positiva de la empresa de la felicidad no puede verse afectada.
En Finlandia, la empresa de la felicidad tiene un desafío adicional. Como hay pocas horas de luz en ciertos momentos del año, la gente se somete a cápsulas de luz roja para no deprimirse. El Red Light Therapy estimula las células, mejora el ánimo, y le recuerda al cuerpo que aún existe el sol, aunque no lo vean por semanas. Según algunos estudios científicos, este tipo de luz aumenta la producción de ATP (la molécula que le da energía a nuestras células) y reduce la inflamación. Cabe la hipótesis que todo es parte de un esfuerzo silencioso de la sede Finlandesa de la empresa de la felicidad por mantener alto su puesto en el ránking mundial en el World Happiness Index. Aquí entra mi lado crítico —mi pesimista part-time, que también exige turno.
Por eso mismo hay algo más honesto en la tristeza que en la felicidad, así como el invierno es más sincero que el verano. La felicidad exige ser vista, celebrada, adulada, promocionada, publicada. La tristeza no pretende. No le importa. Es más laissez-faire, más discreta, menos forzada. Claro: nadie quiere sentirse triste, y todos quieren sentirse felices. Por eso, la empresa de la felicidad es un monstruo y la empresa de la tristeza no tiene ni presupuesto de márketing - pero es artesanal. Y, si se produce en cantidades locales —con cuidado, sin excedentes, en espacios íntimos—, incluso podría decirse que es sostenible. Porque no agota. Porque te obliga a pausar, y eso, en este mundo, es casi revolucionario.
Pondré un ejemplo. El otro día vi cómo unos amigos se bañaron en una catarata gélida cerca de un pueblo fantasma en Huaral. Entrar al agua les costó, y salieron con la piel de gallina, pero con una sonrisa de oreja a oreja y un nuevo tintineo en los ojos. Dijeron que lo que vino después del golpe helado fue pura euforia.
Tal vez esa es la lección. Si nos permitimos sentir tristeza, incomodidad o dolor —si no huimos, si no pretendemos—, tal vez lo que sigue es alivio. Tal vez el cold plunge, emocional o literal, es el único camino. El frío, como la tristeza, no se elimina. Se habita. Y si uno se queda el tiempo suficiente, algo en nosotros se regula. Deja de luchar. Se relaja. Es como meterse al mar en pleno invierno: da miedo, duele un poco, pero después refresca.
Cierro con una frase de Albert Camus, el escritor más pesimista de todos, que irónicamente escribió en El Verano.
“En medio del invierno descubrí que había, dentro de mí, un verano invencible.”
Y si él lo descubrió —él, que no creía en nada—entonces la optimista part-time también puede aprender a invernar sin morirse de frío.
La Parlanchina Investiga
Por si quieres seguir abrigándote con ideas después de esta columna, te dejo algunas fuentes que inspiraron esta reflexión innecesaria.
Camus, A. (1952). L'été [El Verano]. Paris: Gallimard.
Clare, H. (2020, September 17). An ethical question from sunflowers: A new take on Nanette. Medical Health Humanities. https://medicalhealthhumanities.com/2020/09/17/an-ethical-question-from-sunflowers-a-new-take-on-nanette/
Cherry, K. (2023, January 25). The Link Between Depression and Creativity. Verywell Mind. https://www.verywellmind.com/the-link-between-depression-and-creativity-5094193
Verywell Mind. (n.d.). Red Light Therapy Explained.
Excelente👏🏻👏🏻👏🏻me encanta como escribes 💚 me encantó la comparación entre la tristeza y el optimismo 👏🏻👏🏻👏🏻
Me encanta que hayas hablado del mar 🥹🩵 que hayas tocado la tristeza… creo que eso aplica para todo y me encanta! Enfrentar un miedo, enviar esa carta, decirle adiós a esos amigos, habitar en la tristeza es un acto de valentía con la mejor recompensa. Te quiero Isa! 🩵🩵